Por José Ramón Fortuño Candelas
NILVEM
Hace algunos años, leer era parte natural de nuestro día. Un libro en la mesa de noche, una revista en el café, un periódico en la mañana… Pero con el paso del tiempo y la avalancha de pantallas, notificaciones y distracciones, muchos hemos perdido ese espacio. Y cuando queremos volver a leer, nos encontramos con un obstáculo invisible: la falta de hábito.
Recuperar el hábito de leer no se trata solo de “sacar tiempo”. Es, sobre todo, reentrenar la mente y el gusto. Y como todo hábito, puede reconstruirse paso a paso. A continuación, te comparto algunas estrategias prácticas que han ayudado a cientos de mis estudiantes —y a mí mismo— a retomar el placer de la lectura.
1️⃣ Empieza pequeño, pero empieza
Uno de los errores más comunes al intentar recuperar el hábito lector es querer hacerlo “a lo grande”: decidir leer una hora diaria, o comenzar con un libro largo y denso.
Pero los hábitos no se construyen desde la ambición, sino desde la constancia.
Comienza con cinco o diez minutos al día, aunque sea una sola página. El secreto está en establecer el vínculo diario entre tú y el libro. Es como encender una chispa: no necesitas una fogata el primer día, solo una llama constante.
Muchos estudiantes se sorprenden de cómo, en cuestión de semanas, esos minutos se convierten en media hora de lectura disfrutada sin esfuerzo.
2️⃣ Elige lecturas que te atraigan (no las que “deberías” leer)
Otra trampa habitual es pensar que para volver a leer hay que hacerlo con “libros importantes”. Esa idea nos desconecta. Leer no debería sentirse como una obligación escolar.
Empieza con temas que te apasionen: historia, misterio, biografías, ciencia ficción, crecimiento personal, cocina… lo que sea que despierte curiosidad. La motivación intrínseca —leer por placer— es más poderosa que cualquier disciplina.
Y si un libro no te engancha, déjalo sin culpa. No hay que terminarlo todo. El hábito de leer se fortalece con la emoción de descubrir, no con la obligación de terminar.
3️⃣ Crea tu ritual lector
Los hábitos prosperan cuando están asociados a señales del entorno. Si todos los días lees en el mismo lugar, con la misma luz y a la misma hora, tu mente comienza a reconocer ese momento como “el espacio para leer”.
Puede ser tu sillón favorito, una esquina de la cama o una mesa junto a la ventana. Un té o café, una manta ligera… todo ayuda a crear un ritual que invite a la concentración.
Lo importante no es el tiempo, sino la regularidad del entorno y la sensación placentera que lo acompaña. Tu cerebro empieza a anticipar ese momento y se prepara para disfrutarlo.
4️⃣ Desconecta para reconectar
Quizá el mayor enemigo de la lectura hoy no sea la falta de tiempo, sino el exceso de interrupciones. Las notificaciones, mensajes y redes cortan la atención y hacen casi imposible entrar en el flujo lector.
Por eso, cuando vayas a leer, apaga las distracciones. Silencia el teléfono, o mejor aún, colócalo lejos. Incluso puedes usar el “modo avión” por media hora.
Esa desconexión no solo te permitirá leer más, sino también recuperar la calma mental que la lectura nos ofrece. Leer es, en cierto modo, un acto de resistencia frente al ruido del mundo.
5️⃣ Combina lectura y escucha
No todos los días tenemos energía o concentración para leer con los ojos. Pero eso no significa que tengas que romper el contacto con los libros.
Los audiolibros y las aplicaciones que leen en voz alta pueden ser grandes aliados para mantener el hábito. Escuchar mientras caminas, cocinas o conduces mantiene viva la relación con las palabras.
No sustituyen completamente la lectura visual, pero pueden servir como puente para no perder el ritmo y seguir disfrutando de historias, ideas o aprendizajes.
6️⃣ Registra tu progreso (aunque sea simbólico)
Los hábitos se consolidan cuando percibimos avance. Una manera sencilla es llevar un pequeño registro de lecturas: anotar los libros que terminas, las páginas que lees al día o alguna frase que te haya gustado.
Al final de la semana o del mes, ver tu progreso te motiva a continuar. Además, ese registro se convierte en una especie de diario intelectual: una huella de tus intereses, de cómo has cambiado, de los temas que te han inspirado.
Algunas personas usan aplicaciones; otras prefieren un cuaderno o una hoja impresa. Lo importante es celebrar la constancia, no la cantidad.
7️⃣ Recupera el placer de comprender (y avanzar más rápido)
Una de las causas ocultas por las que muchas personas dejan de leer es que leen demasiado lento o se distraen fácilmente. Cuando la mente se cansa o la comprensión se pierde, leer deja de ser disfrutable.
Aquí es donde entra el entrenamiento de la Lectura Veloz, no como un truco, sino como una herramienta para redescubrir el placer de leer.
Aprender a leer con mayor velocidad, concentración y comprensión no solo te permite avanzar más rápido, sino también sentir más fluidez y dominio sobre lo que lees. Es como volver a manejar un auto que responde a tu ritmo.
En el curso de Lectura Veloz NILVEM, trabajamos justamente en eso: reentrenar la mente para leer con más eficacia y gusto. No se trata de correr sobre las páginas, sino de disfrutar más cada lectura porque entiendes mejor y te cansas menos.
Muchos de mis estudiantes llegan al curso queriendo leer más rápido… y se van leyendo mucho más, punto. Porque lo que cambia no es solo la velocidad, sino la relación con la lectura.
8️⃣ Recuperar el hábito no es una carrera
Hay quienes creen que “ya no sirven para leer”, que el cerebro se volvió incapaz de concentrarse como antes. Nada más lejos de la realidad.
El cerebro es plástico: vuelve a adaptarse con práctica. Y cada lectura, por breve que sea, es una señal a tu mente de que leer importa.
No te castigues si un día no lees. No conviertas el hábito en otra exigencia. Piensa en la lectura como una amistad que puedes retomar con naturalidad. Los libros no se ofenden por el tiempo que ha pasado; simplemente esperan a que los abras otra vez.
Y cuando lo hagas, descubrirás algo hermoso: que leer no solo informa, sino que reconecta con lo que somos. Nos devuelve la concentración, la imaginación, el sentido del tiempo y, en cierto modo, la serenidad que las pantallas nos roban a diario.
En resumen
Para recuperar el hábito de leer:
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Empieza poco a poco.
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Lee lo que te gusta.
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Crea un ritual.
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Apaga las distracciones.
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Usa audiolibros si hace falta.
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Registra tus progresos.
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Y cuando te sientas listo, mejora tus destrezas con técnicas de lectura eficaz.
Porque al final, el hábito lector no se impone, se cultiva.
Y cada página leída es una inversión en tu mente, en tu bienestar y en tu capacidad de comprender el mundo.
✨ Si quieres dar el siguiente paso
Si sientes que la lectura te cuesta más que antes —que tardas demasiado o que pierdes concentración— te invito a conocer mi curso de Lectura Veloz NILVEM, donde enseño cómo recuperar la fluidez, la comprensión y el gusto por leer, paso a paso.
Puedes leer más o comunicarte directamente conmigo aquí.
