La crisis que han enfrentado el gobierno y las empresas en los últimos años en cuanto a su capacidad de operar y de cubrir sus gastos, con todas las consecuencias que acarrea tanto para sus empleados como para todos los ciudadanos, ha creado una incertidumbre enorme en todos acerca del rumbo que ha de tomar el país.
La palabra clave de esta situación es «incertidumbre». Ante el desconocimiento de las consecuencias de las decisiones o cambios que se realicen en la situación fiscal del país, la estructura contributiva, la reorganización del gobierno y los choques y conflictos que estas gene
ren, la actitud del ciudadano promedio es de detenerse. Aguantar. Esperar. Ver qué pasa.
Esto es cierto tanto del ciudadano individual como de la empresa local o extranjera y afecta tanto los planes familiares como las grandes inversiones. Ante la incertidumbre, esperamos. Lo terrible es que esta espera augura un estancamiento en el crecimiento económico y condiciones cada vez más difíciles para todos nosotros.
¿Cómo enfrentamos esta situación para salir airosos? Es preciso hacer un inventario de nuestros recursos para saber con qué contamos para enfrentarnos a estos tiempos difíciles. ¿Cómo orientamos a nuestros jóvenes ante estos tiempos? Tenemos que llevarlos hacia la meta de que cuenten con todas las armas necesarias para derrotar grandes obstáculos y avanzar a pesar de lo difícil que se pone el camino.
¿Cuáles son esos recursos y armas que nos permitirán enfrentar la situación? Uno que destaca de entre todos es nuestra capacidad – mayor o menor- de adaptarnos a nuevas situaciones, que no es otra cosa que nuestra capacidad de aprender.
Quien puede aprender mejor y con rapidez, puede tomar decisiones difíciles antes de que las mismas le sean impuestas por las circunstancias. Cambiar de trabajo, entrenarse en un nuevo oficio o especialización, certificarse en otra área, hasta moverse geográficamente, poder hacer todo esto a tiempo y convenientemente depende de nuestra capacidad de aprender cosas nuevas con rapidez y precisión.
Para los más jóvenes todo esto es más crítico. En los años próximos, alcanzar lo que parecía «normal» hasta hace poco se pondrá mucho más difícil. Necesitarán más preparación, no importa en qué área o materia de estudio se especialicen. Peor aún, tendrán que mantener el oído en tierra para hacer los cambios que sean necesarios en el rumbo de su preparación profesional sólo para mantenerse a flote.
En nuestros cursos de técnicas de aprendizaje acelerado, cada día vemos más personas que, a mitad de su vida productiva, están enfrentando enormes cambios. Personas que trabajaron varios años en muy buenas posiciones en empresas que parecían muy sólidas y que, de buenas a primeras, los dejaron en la calle. Personas que se prepararon muy bien en un área y han visto que las oportunidades en su profesión van desapareciendo rápidamente ante los cambios en la economía. Personas que han visto cómo su área de trabajo, para la cual se habían preparado muy bien, desaparece por los adelantos tecnológicos.
¿Quiénes triunfan ante situaciones como éstas? Aquellos que pueden cambiar rápidamente, aquellos que pueden adaptarse mejor. La capacidad fundamental para cambiar y adaptarse es la capacidad de aprender. Aprender con rapidez lo nuevo. Aprender con rapidez lo distinto. Aprender con rapidez y capacitarse para reintegrarse a la economía en otras funciones.
Evalúe su capacidad de aprender. ¿Podría usted hacer un cambio de profesión o de especialización en un corto periodo de tiempo? ¿Podría usted entrenarse en poco tiempo para adaptarse a cambios drásticos? ¿Podría completar los requisitos de nuevas posiciones ahora mismo?
Si cualquiera de estas preguntas le deja con dudas, es preciso que busque la manera de mejorar su capacidad de aprender. En cuanto a sus hijos, además de ofrecerles la educación escolar y universitaria, ¿está usted seguro que les ha preparado para estos tiempos? ¿Cuentan con las herramientas para aprender con rapidez, hacer cambios en el rumbo de sus vidas y adaptarse a los drásticos giros que les depara el futuro inmediato? Nuevamente, si cualquiera de estas preguntas le provoca dudas, es imperativo que complemente su educación con la preparación en aquellas destrezas de estudio y herramientas de aprendizaje que mejor le puedan ayudar ahora y en el futuro.
Las capacidades para el aprendizaje acelerado, que le permiten a una persona hacer el uso más eficiente del tiempo y estudiar de manera independiente se han convertido, ante la incertidumbre de estos tiempos, en el capital más valioso para cada uno de nosotros.
¿Podrán tener el mismo éxito el que estudia de las maneras tradicionales y el que aprendió a estudiar bien? ¿Podrán lograr lo mismo el que lee de manera lenta y con bajo aprovechamiento y el que lee en forma veloz y con un máximo de comprensión, gracias a que domina formas avanzadas de lectura? ¿Quién se enfrentará con éxito a las difíciles condiciones que nos esperan: el que no tiene destrezas de estudio o el que ha aprendido a estudiar con un método y sistemas altamente efectivos? ¿Quién podrá adelantar ante las grandes exigencias de cambio y aprendizaje: el que no ha entrenado sus capacidades personales, como la memoria, o el que cuenta con métodos avanzados que le permiten aprender y recordar enormes cantidades de información?
Las respuestas a estas últimas preguntas son obvias, como es obvio que, ante los tiempos de drásticos cambios y la incertidumbre que provoca nuestro futuro inmediato, nuestra capacidad de aprendizaje y adaptación son la clave para lograr el éxito y dejar de lamentarnos.